Todo lo que nace tiene que morir y lo que empieza inevitablemente se acaba, ciclicamente en 21, en veintiun días, en 21 que es el múltiplo de 7.
Este solía ser mi rinconcito de las verdades, y la profundidad del ser, de ese ser que fue y que no es y que no será.
Lágrimas, palabras, añoranzas, historías que habitaron en la mente, recuerdos.
La tempestad no perdona y los corazones heridos tampoco y así poco a poco se agota el amor, la paciencia, la esperanza y cualquier sentimiento que pueda aparecer.
Entonces por fin se descansa en paz, Se vuelve a ser libre en otro mar de escritura.
Se miró al espejo, se cortó el cabello y como Cortazár escucho por dentro, se compro una sonrisa y empezó de nuevo....
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